La falta de debate político nuevamente se discutió en 2011,
en el Cronista se resaltaba que la
Argentina es un país “adolescente”,
uno de los indicadores más claros era la falta
de voluntad política para confrontar
ideas entre los candidatos en los medios masivos de comunicación.
“A los dirigentes políticos
argentinos les gustan todas las nuevas tendencias. El marketing electoral; actuar
en el programa de Marcelo Tinelli o arder en discusiones en sus cuentas de
twitter. No hay río desconocido en el que no se sumerjan. Sin embargo, los
muchachos (y las muchachas, claro) cuya profesión es disputar el poder se siguen resistiendo al debate”, sostenía su
director periodístico Fernando Gonzáléz.
La tradición se mantenía.
Las iniciativas para legislar el debate obligatorio habían
sido pocas.. Una pertenecía a María
Eugenia Estenssoro, de la Coalición Cívica. Su propuesta
consistía en reglamentar los
debates en la Ciudad para que no sea una cuestión de último momento. La
segunda, en tanto, era proyectada por del diputado del GEN, Gerardo Millman,
para que sea obligatorio debatir
durante las campañas presidenciales.
Nada de eso ocurrió, cada candidato
siguió exponiendo las bondades de sus propuestas, las confrontaba con las de los adversarios e intentaba convencer
a los ciudadanos de lo bueno que sería votarlos. En resumen “Nada más simple
que promover sus virtudes antes del
día sublime de la elección”, señala
el diario.
González defendía a
Milman, opinaba a favor de la obligatoriedad del debate:”No estaría mal ya que la burocracia del poder no muestra voluntad de hacerlo por sí misma. Sería una inyección de sensatez para una Argentina en donde la Presidenta no
da reportajes ni conferencias de
prensa. Donde los actos oficiales de campaña se transmiten por cadena nacional y la discusión de ideas se parece más a un
campeonato de intolerancia que a un ejercicio democrático para someterse al escrutinio
inevitable de la sociedad”.
El motivo era evidente, precisaba:”
los candidatos a cualquier cargo prefieren eludir
olímpicamente el debate con sus oponentes y está claro que la única razón
de semejante despropósito es el miedo”.
FUENTE:
González, Fernando, “La silla
vacía sigue siendo la reina del debate electoral”. El Cronista.com. 1/7/11
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