lunes, 1 de junio de 2015

PARA QUE UNA MUJER SEA DIAGNOSTICADA COMO MALTRADA DEBE HABER PASADO AL MENOS DOS VECES POR EL CICLO DE VIOLENCIA CONYUGAL; LA VIVENCIA RECURRENTE INSTAURA ESTE SINDROME QUE PROMUEVE UN ESTADO DE PARALISIS PROGRESIVA DE LA VICTIMA; EL MIEDO A LA REPRESALIA LA PARALIZA PARA PEDIR AYUDA; A SU VEZ LOS SENTIMIENTOS DE VERGÜENZA Y CULPA HACEN QUE SEAN RETICENTES A CONTAR SU PROBLEMA

El siguiente es un extracto del trabajo de 1987 de Lorena Germain dela : Universidad Nacional de La Plata donde proponía abordar el “ Poder-Dominación-Violencia:” Violencia Doméstica contra las Mujeres.
Añadía que se trataba de ;”Un estudio de caso sobre las estrategias que desarrolla la sociedad civil para abordar esta problemática social”.
Haciendo hincapié en el rol de la ONG " El Nido", investigaba no sólo la actuación de la entidad que desarrolla estrategias que para abordar la violencia doméstica, mediante diferentes modalidades (unas están orientadas a la prevención mientras que otras son estrategias asistenciales)

En el comienzo que se copia en forma textual sostenía:
La violencia contra la mujer en el ámbito doméstico es el caso más frecuente de violencia conyugal, y cuando hablamos de violencia no nos referimos a una discusión o un golpe puntual, sino a situaciones crónicas, que se repiten en el tiempo y tienen severas consecuencias, ya que implican riesgo de muerte. Por eso, para poder comprender la dinámica de la violencia conyugal es necesario considerar en primera instancia su carácter cíclico. En este sentido se habla de un ciclo de la violencia constituido por tres fases. Cada ciclo varía en duración según las parejas, pero siempre su intensidad es creciente. La primera fase se denomina fase de acumulación de tensión, “en la cual se produce una sucesión de pequeños episodios que lleva a roces permanentes entre los miembros de la pareja, con un incremento constante de la ansiedad y la hostilidad".

Más adelante subrayaba:" El hombre y la mujer se encierran en una circuito en el que están mutuamente pendientes de sus reacciones. Cuando la tensión alcanza su punto máximo sobreviene la segunda fase, denominada episodio agudo de violencia. Esta fase no es predecible y se caracteriza por la inevitabilidad de los golpes. Toda la tensión que se venía acumulando da lugar a un estallido de violencia, que puede variar en gravedad desde un empujón hasta el homicidio. El hecho se desencadena de manera imprevista y ante cualquier situación de la vida cotidiana, por trivial que fuere. 

La tercera fase, explicaba:" Es radicalmente opuesta a la anterior y se la denomina luna de miel. El hombre se mostrará arrepentido, pedirá disculpas y prometerá que nunca más volverá a hacerlo. La mujer, confiará en su sinceridad. En estos instantes ambos creen que todo puede volver a ser como antes, pero una vez que el ciclo se ha instalado en la pareja no se detendrá sin ayuda exterior. 

Según Mónica Dohmen para que una mujer sea diagnosticada como mujer maltratada debe haber pasado al menos dos veces por el ciclo de violencia conyugal. La vivencia recurrente de dicho ciclo instaura el síndrome de la mujer maltratada que promueve un estado de parálisis progresiva en la víctima. El miedo a represalias paraliza a las mujeres para pedir ayuda. A su vez, los sentimientos de vergüenza y culpa hacen que sean reticentes a contar su problema. Malas experiencias previas de pedido de ayuda complican aún más la situación.

Cuando las personas o instituciones que deben dar respuestas no están preparadas para comprender y abordar esta problemática, producen lo que se conoce como doble victimización o victimización secundaria.
En reiteradas ocasiones las instituciones sociales encargadas de asistir situaciones de violencia reproducen prejuicios y estereotipos de género a través de prácticas discriminatorias concretas. La desinformación; la falta o insuficiencia de una red de servicios capaz de atender la amplia gama de necesidades que se plantean; el temor y la resistencia a participar en casos con injerencia judicial y policial, son actitudes frecuentes que promueven una revictimización de las personas violentadas.

Destacaba que :"A la hora de analizar los casos de violencia doméstica es imprescindible tener en cuenta los distintos componentes presentes en la socialización de género masculino. Uno de ellos es la restricción emocional, basada fundamentalmente en no poder hablar acerca de los propios sentimientos ni expresarlos. Las necesidades emocionales en los hombres existen, pero en el caso de los hombres golpeadores, éstos anulan toda expresión de sentimientos por temor a que se los relacione con características típicas del estereotipo femenino. Y será precisamente esta incapacidad comunicacional la que los lleve a utilizar la violencia como única forma de resolver conflictos. A su vez, los hombres golpeadores no asumen la violencia como un problema propio y tratan de encontrar la responsabilidad afuera: en la mujer, en los hijos, en la situación del país, en los problemas económicos, etc.

En este sentido es indispensable reconocer que el hombre violento es responsable de sus actos y recordarlo cada vez que se habla de ellos como enfermos o se justifica su conducta por estar ligada al alcoholismo o la drogadicción, ya que esto sólo contribuye a minimizar el problema, brindando atenuantes sobre el delito cometido y fomentando la impunidad de estas personas.

El cambio en la concepción de familia que se opera en la Modernidad (la familia pasa de ser concebida como un espacio productivo y público a ser concebida como un espacio afectivo y privado) se conjuga con el discurso patriarcal creando el mito de que lo que sucede dentro del ámbito familiar es algo en lo que nadie puede entrometerse. Con respecto a la familia, el discurso patriarcal explicita lo que se refiere al afecto y al amor, pero oculta facetas como la asimetría de poder, la jerarquía entre los sexos, el autoritarismo y la violencia. De esta manera, se contribuye a silenciar situaciones estructurales de vulnerabilidad y se crean obstáculos que impiden superar el círculo vicioso de la violencia familiar. En el caso particular de la violencia doméstica hacia las mujeres, acordamos con Velázquez que más allá de la definición que se tome como referencia, definir la violencia contra las mujeres “implica describir una multiplicidad de actos, hechos u omisiones que las dañan y perjudican en los diversos aspectos de sus vidas y que constituyen una de las violaciones a sus derechos humanos” .

Fuente: Germain,. Lorena :·Violencia Doméstica contra las Mujeres. Un estudio de caso sobre las estrategias que desarrolla la sociedad civil para abordar esta problemática social".
http://webiigg.sociales.uba.ar/iigg/jovenes_investigadores/4jornadasjovenes/EJES/Eje%202%20Poder%20Dominacion%20Violencia/Ponencias%20eje%202/GERMAIN,%20Lorena.pdf


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