martes, 31 de mayo de 2016

VAMOS A HACER NO SÓLO UNA ECONOMÍA DE GUERRA, VA A HABER UN GOBIERNO DE CRISIS Y VAMOS A LLEVAR ADELANTE ESTA TRANSICIÓN CON TODAS NUESTRAS FUERZAS PROCURANDO EVITAR QUE LOS ESFUERZOS RECAIGAN SOBRE LOS SECTORES MÁS DESPOSEÍDOS, VAMOS A LLEVAR UNA POLITICA CON SENTIDO SOCIAL,QUE SERÁ DURA COMO SE IMAGINAN ( RAÚL ALFONSÍN ,1989)

Con la llegada de la renovada democracia en 1983, el gobierno de Raúl Alfonsín:” debió enfrentar un contexto internacional que no ofrecía sino calamidades: los términos del intercambio exterior cayeron a su nivel más bajo del siglo; la tasa de interés real que pagaba el país (esto es, la tasa de interés nominal dividida por los precios de exportación) sólo había sido más alta al comenzar la crisis del treinta; y todo ello mientras la demanda colectiva era de reparación social", escribieron Pablo Gerchunoff y Pablo Faigelbaum  en su trabajo" :¿Por qué la Argentina no fue Australia?, citado por el diario La Prensa.

El legado, la herencia recibida por parte de los militares describen los economistas:” No podía ser peor: recesión, una deuda externa de casi 45 mil millones de dólares (casi el 70% del PBI), una inflación de más del 400% y prácticamente no había reservas en el Banco Central. Es decir, un nivel de endeudamiento exagerado e ingobernable y un desorden macroeconómico, combinación maldita que selló el fracaso del gobierno radical”. Fue  el nudo gordiano que el Alfonsín y su equipo no supieron desatar. En palabras técnicas, señalan Gerchunoff y Faigelbaum:” Nunca se logró generar los superávit primarios necesarios para servir la deuda pública sin emisión monetaria ni déficit fiscal".

Si  bien hay que tomar en cuenta que los grupos concentrados económicos y los sindicatos ( junto a los militares y el partido justicialista en su conjunto) funcionaron como grupos de presión exagerada desde los comienzos del gobierno radical, también hay que prestar atención al contexto internacional, en especial en América  Latina:” Los años ochenta fueron la década pérdida para toda América latina. La carga de la deuda externa y el deterioro de los términos de intercambio hicieron estragos en el continente. En ese decenio se transfirieron recursos al exterior por 220 mil millones de dólares. En la década del noventa, la balanza fue positiva en 175 mil millones. Pero sólo la Argentina fue devastada por una hiperinflación”, sostienen Gerchunoff y Faigelbaum.

En el artículo se reconocen tres etapas en la economía: Su primer ministro, un economista heterodoxo con militancia radical, Bernardo Grinspun. Lo siguió Juan Vital  Sourrouille, exmiembro del equipo de Grinspun , pero con una visión con mayor tendencia al neo liberalismo, por último con Juan Carlos Pugliese y Jesús Rodríguez se consolidó la debacle y  “ el descontrol final”, como lo llaman los autores.

Gerchunoff y Faigelbaum explican que :” Bernardo Grinspun encontró en 1983 un país donde se perfilaba la insolvencia estructural. Duró 15 meses en el cargo y siempre dejo flotando un aroma a rancio e improvisación. Da la impresión, que subestimó la crisis”, intentó darle a la economía una impronta donde se combinaba el keynesianismo ( el círculo virtuoso con intervención estatal ) y de la Cepal de Prebish.

Fue Juan Vital Sourrouille quien lanzó el primer intento serio de la democracia para abatir el “siniestro dragón inflacionario”, tal el apodo elegido por  Pablo Gerchunoff y Faigelbaum. Las medidas no prosperaron y  en  junio de 1985, Alfonsín avisó al país que estábamos en economía de guerra. A través de un   decreto de necesidad y urgencia pergeñó o “ engendró” ( así lo llaman en forma despectiva los autores) el Plan Austral: la nueva unidad monetaria equivalía a mil pesos. Como rareza se acuñó una moneda de medio centavo. La economía de guerra abarcó  el congelamiento de precios salarios y tarifas, provocando una profunda baja  de  las tasas de interés , además se congeló el tipo de cambio, fijándolo en 0,80 centavos de dólar. Se prometió un achique brutal del déficit fiscal del 11% del PBI al 4% a fin de año. Y mediante una tabla de desagio (mecanismo basado en una depreciación de los valores (por ejemplo el de los títulos públicos), con la intención de pagar por ellos un valor por debajo del valor de los mismos), buscó terminar ( finalmente se frustró) con la inflación.

Fue un ajuste heterodoxo e imaginativo. ¿Por qué fracaso? , explicaba  Aldo Ferrer: "El Plan no podía sostenerse porque no se lograban alcanzar los equilibrios macroeconómicos, mientras aumentaban las pujas distributivas y los servicios de la deuda imponían una carga insoportable sobre el presupuesto y el balance de pagos. Como el Tesoro no generaba el superávit primario necesario para adquirir las reservas destinadas al servicio de la deuda, aumentó su endeudamiento con el Banco Central. La política monetaria era así restrictiva hacia la actividad interna y expansiva respecto del Tesoro”.

El resultado , concluye Ferrer:” fue el aumento de la tasa de interés y la esterilización de la liquidez mediante el incremento de los encajes remunerados de los bancos y la colocación de los títulos públicos para absorber la liquidez excedente. Esto último fue denominado el festival de bonos. Al promediar 1988, la inflación estaba otra vez desbocada, la economía en recesión, el desempleo en aumento, los salarios reales en baja y la deuda externa también en aumento". 
El 6 de febrero de 1989, el gobierno Alfonsín, dijo basta : Ya no contaban con suficientes reservas para intervenir en el mercado cambiario; el camino hacia la hiperinflación estaba pavimentado. 

A fines de marzo, renunció Sourrouille y lo reemplazó Juan Carlos Pugliese, exministro de Illia y que supo acompañar a Alfonsín desde sus inicios, presidió también la Cámara de Diputados, disparó una frase que marca el nulo apoyo que encontró en los grupos concentrados económicos y en la oposición: "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo".

A 10 días de perder la elecciones que confirmaron a Carlos Menem como presidente y todavía con intenciones de mantenerse en el sillón hasta el 10 de Diciembre de 1989, en un discurso por cadena nacional, Alfonsín enfatizaba:” Vamos a realizar un programa que abarcará seis meses". Anunciaba que se mantendrá durante toda esta semana un feriado cambiario, es decir que no se abrirá el mercado de cambios hasta el próximo lunes. Previo a ello  se daría a conocer el nuevo programa económico, que sostuvo :”Vamos a hacer no sólo una economía de guerra, va a haber un gobierno de crisis y vamos a llevar adelante esta transición con todas nuestras fuerzas, procurando evitar que los esfuerzos recaigan sobre los sectores más desposeídos, vamos a llevar adelante una política con sentido social, pero será desde luego dura, como todos se imaginan".

Denunciaba Alfonsín una campaña de desestabilización mediática. Indignado aseguraba que existía una "orgía de calumnias" contra su gobierno . Pidió con vehemencia  que todo el que conociese casos de corrupción acudiese a la justicia para denunciarlos, pero calificó de "sinvergüenzas" a los que denuncian sin aportar pruebas”,publicaba el Diario El País . Ante la puja de medios como Clarín que buscaron deponerlo (e imponer a Carlos Menem como el salvador), también dijo Alfonsín que está dispuesto a utilizar la televisión a tope en lo que resta de gobierno "con el propósito de defender la democracia de los argentinos y la economía de nuestro pueblo".

Carlos Menem, todavía gobernador riojano , pero ya  electo sucesor, le contestó a Alfonsín a través de los medios. Declaró que le parece correcta la postura del presidente de llegar al final de su mandato constitucional. Sin embargo utilizando  tono irónico  Menem, desconfiaba de las nuevas promesas económicas: "Nos dice que va a poner en marcha una economía de guerra, pero ustedes como periodistas recordarán que nos dijo lo mismo hace cuatro años atrás. En fin, nosotros aspiramos a que estas propuestas, que vamos a conocer el día domingo y que van a tener vigencia a partir del lunes, den una respuesta más o menos adecuada a esta situación de crisis".

“Yo le diría al señor presidente de la nación, con todo respeto, que, si es que se proponen cobrar los impuestos vigentes actualmente, puede haber una respuesta para muchos de los problemas que actualmente tenemos, pero aumentar los impuestos, sobre impuestos que no se cobran, es una especie de contrasentido”, sintetizó en su contestación el riojano . Agregando que "me parece buena la actitud del señor presidente de la nación de asumir la responsabilidad de seguir gobernando hasta el 10 de diciembre y nosotros no tenemos ningún inconveniente en seguir dialogando, conversando, como realmente corresponde, para ver qué aporte se puede hacer, pero, reitero, sin comprometernos en medidas de corte netamente antipopular".

Las consecuencias son conocidas, alentados por  Menem y sus seguidores estallaron los saqueos y el caos fue total. El 8 de julio Alfonsín entregó apresuradamente la banda presidencial a Carlos Menem. Los precios subieron ese mes el 197% y las tarifas de los servicios públicas, algo rezagadas, el 700%. La inflación en 1989 fue del 4.923,3%. El dólar arrancó su loca maratón a 24,30 australes y concluyó a fin de año a 1.950, es decir hubo una nauseabunda devaluación del 8.000%”, resume en su artículo La Prensa.
Para un análisis más claro, el economista e  investigador Mario Rapoport, subrayó "La década del "80 resultó particularmente fatídica para la Argentina. Es difícil encontrar en el pasado otro período en el cual el deterioro fuese tan persistente y profundo”. Jamás había ocurrido que el mismo tiempo se unan  un contexto internacional tan desfavorable con una situación interna tan crítica como había dejado la dictadura militar”.  Fue determinante la profundización del modelo que Menem impondría : el capitalismo salvaje:” Una lógica de valorización financiera atentaba contra la acumulación productiva, la base de un crecimiento genuino de la riqueza del país”.

Rapaport culmina: “En ese marco, las dificultades para trazar una política económica que lograra revertir la crisis eran poco menos que titánicas, y el gobierno de Alfonsín no logró dar con los lineamientos adecuados para ello. De allí que los principales indicadores macroeconómicos continuaron reflejando casi sin interrupción un panorama desalentador, en el que la recesión, la inflación y la inestabilidad fueron moneda corriente". 

La Prensa coincide con en el análisis:"Los números no mienten. El balance económico del sexenio de Raúl Alfonsín es calamitoso. Jaqueado por implacables enemigos, no supo -o no pudo- revertir la herencia deletérea del gobierno militar. El peso de la deuda externa y el desequilibrio macroeconómico resultaron abrumadores. El Plan Austral fue un veranito y la hiperinflación, la consecuencia lógica de una sarta de desaciertos".


Fuentes:
El País ( España), 24 de Mayo 1989 :”Alfonsín anuncia un Gobierno de crisis y una economía de guerra hasta diciembre”
http://elpais.com/diario/1989/05/24/internacional/611964018_850215.html

Grinspun y la hiperinflación, Diario la Prensa 
http://www.laprensa.com.ar/NotePrint.aspx?Note=333055


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