lunes, 28 de agosto de 2017

EL FIN DE LA GUERRA SIGNIFICÓ PARA MÍ,COMO SOBREVIVIENTE, EL COMIENZO DE UN DUELO QUE PERDURA, FUE TAMBIÉN RECORRER UN CAMINO PARA INTENTAR COMPRENDER LO SINIESTRA DIMENSIÓN DE LOS CRÍMENES Y LO OSCURO QUE RESULTA LA GUERRA DEL HOMBRE CONTRA SI MISMO (JACK FUCHS, SOBREVIVIENTE , FALLECIDO EL 25 DE AGOSTO)

El jueves partió Jack Fuchs, uno de los sobrevivientes del Holocuasto que desde hace veinte años supo ser uno de los transmisores más brillantes de lo sucedido en los años de la Segunda Guerra Mundial, además de charlas, conferencias y escritos, dejó dos libros reflejando tanto su memorias, como sus recuerdos asó como su denuncia permanente : “ El mundo durante la Shoá miró para otro lado” , enfatizada especialmente cada 27 de Enero  -día de la liberación de Auschwitz, según la teoría oficial, idea a la que Fuchs se negaba argumentando por un lado que “ Los aliados conocían la existencia e Auschwitz ,conocían las vías férreas y las atrocidades que allí se practicaban”. Su segunda afirmación se  correspondía con su vivencia personal .“El que estuvo en Auschwitz nunca puede salir”. Lo relacionaba con las marcas que le dejó .

“Toda esta tragedia judía es al mismo tiempo una tragedia universal. En verdad, no soy un sobreviviente sino un resucitado. Después del fin de la guerra, seguían muriendo infinidad de personas. Y las que sobrevivían no soñaban con la venganza. Yo no sé si eso está bien o mal, pero, por mi parte, yo tampoco soñaba con vengarme. Sólo pensaba en cómo recomenzar, una vez más, a vivir”, subrayó en su libro “Tiempo de recordar,publicado en 1995  Fuchs, fallecido a los 93 años en Buenos Aires..

Nacido en Lodz, Polonia, en 1924, en una familia judía, fue el segundo de cuatro hermanos. El 8 de septiembre de 1939, a poco de desatada la Segunda Guerra Mundial, la armada alemana, que acababa de invadir Polonia, se apoderó de Lodz. Al año siguiente, ya quinceañero, fue encerrado, junto a toda su familia, en el gueto de su ciudad, uno de los primeros que crearon los nazis. Allí permaneció encerrado cinco años y luego fue transferido, en agosto del 44, al campo de concentración de Auschwitz, donde vio por última vez a sus padres y a sus hermanos, que no sobrevivieron al campo. El fue rápidamente seleccionado para ir a trabajar al campo de Dachau, donde permaneció prisionero hasta el fin de la guerra.

Tenía 21 años y sólo pesaba 38 kilos cuando terminó el horror. Padecía tifus y tuberculosis; y como pudo llegó a una granja de donde más tarde fue llevado hasta Saint Ottilien, un antiguo monasterio transformado en hospital. Fue allí donde, como solía decir, “volvió a nacer”.

Gracias al impulso del Project Shoá liderado por Steven Spuielberg a fines de los 90 se animó a relatar y divulgar su sufrimiento, aunque dolido por los constantes rebrotes de grupos neo. Nazis en argentina en particular Muchos años más tarde, en una contratapa que escribió para este diario (“El hombre que me hizo llorar”, “Debieron pasar muchos años y muchos divanes para que me percatara del miedo que en aquel entonces había tenido, de enfrentar las preguntas: ¿Qué pasó con tu mamá? ¿Y con tu papá? ¿Qué, con tus hermanos? ¿Y tus primos? Yo me había negado, tajante, a exhumar esos recuerdos sin lápida”.

En 1946 llegó a Nueva York y vivió en Brooklyn, con ayuda del International Rescue Committee. Recién en 1963 se estableció definitivamente en la Argentina, donde se casó con una mujer de familia francesa y armaron un negocio de confección de ropa. “Uno no puede vivir con un dolor. La naturaleza misma te ayuda, hace un filtro. Uno no se propone recordar ni se compromete a no olvidar. La gente sigue”, expresó. Y confesó que nunca relató a su hija ni a sus nietas su experiencia en los campos nazis.

De todas maneras, los intereses de Fuchs fueron de un alcance mucho más general y reflexionó sobre la discriminación, los derechos humanos, y sobre todo acerca del silencio del que es capaz la humanidad cuando se enfrenta a un crimen en el momento en que se está cometiendo. Y puso en un plano de igualdad (en ese aspecto), la Shoah, Hiroshima y Dresde. “El fin de la guerra significó para mí, como sobreviviente, el comienzo de un duelo que me acompaña hasta hoy. También significó iniciar un camino para intentar comprender la siniestra dimensión de los crímenes que ocurrieron, la naturaleza de esa pesadilla y lo oscuro y estremecedor que resulta el fantasma de la guerra del hombre contra sí mismo, más allá de las infinitas justificaciones que utilicen los seres humanos para convencerse de sus motivaciones. Es ésa la guerra que está detrás de todas las demás”, manifestó a Página 12 en 2006 Por su trabajo y su compromiso con los derechos humanos, en julio de 2010 la Legislatura porteña lo nombró Ciudadano Ilustre.

Hace unos años, luego de un viaje de vuelta a Polonia y de una recorrida por los lugares que marcaron su vida y los campos de concentración transformados en museos y sitios de memoria, reflexionó: “Ocho días en Auschwitz fueron una eternidad, ocho horas en Auschwitz fueron una eternidad, porque todo estaba limpio, no quedaba nadie. Es muy difícil que la gente entienda esto y al sobreviviente”.

Fuente:
La última muerte de Jack Fuchs, Página 12, 26 de Agosto de 2017

https://www.pagina12.com.ar/58981-la-ultima-muerte-de-jack-fuchs

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