jueves, 16 de noviembre de 2017

Mafalda, políglota y universal, ahora se lee también en guaraní

"Como editora me ha tocado presentar cientos de libros, pero ninguno me ha llenado de una emoción tan intensa como la que tengo en este momento. No es para menos. Hoy venimos a entregarles a su muy querida Mafalda con una nueva voz. Una expresión que suma otro lazo de hermandad entre paraguayos y argentinos: Mafalda en guaraní". Vidalia Sánchez, directora de la editorial paraguaya Servilibro, asumió el riesgo de editar las historietas de Mafalda en un idioma originario, la 27» lengua a la que son traducidas.

Quiero que Quino sepa que, a pesar de que es la primera vez que lo veo, lo he conocido desde siempre", dijo María Gloria Pereira de Jacquet, traductora de la obra. Licenciada en lengua y especializada en guaraní, miembro de la Academia de Lengua Guaraní, comentó que lleva unos veinte años haciendo traducciones del castellano al guaraní, pero que Mafalda sumó un desafío nuevo: "Traducir el humor que forma parte de una cultura y una cosmovisión diferente". Sin embargo, dijo: "Tuve la ventaja de que compartimos una historia común en América latina y muchos de los temas de los que habla Mafalda también afectaron a Paraguay".

La diferencia de estructura lingüística y la característicapolisintética y aglutinante del guaraní hicieron que los globitos de texto fueran en algunos casos más largos o más cortos que en otros idiomas.

Ayer se presentaron los dos primeros tomos. El tercero saldrá en diciembre y, según adelantó Sánchez, de Servilibro, la serie de los diez volúmenes se completaría para agosto de 2018. Hasta el momento los libros Mafalda guaranime se pueden comprar en la Argentina vía Internet.

Su edición fue incluida en el Programa Sur, de la cancillería argentina, que desde 2010 subsidió la publicación en 49 países y 44 diferentes lenguas, de unos 1200 títulos de autores argentinos. "Tenemos un pedido para traducir el año próximo a Mafalda al armenio", anticipó Bernardo Bouquet, responsable de ese programa.

Fuente: La Nación, 10 de Noviembre de 2017

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