viernes, 2 de marzo de 2018

Olmedo supo desacralizar la vida humana , el comediante se puso a la misma altura que el espectador, como si la estrella "bajara" a la cocina del hombre común y le hablara en su mismo idioma; representó con su humor casi toda la gama de estereotipos argentinos que lo convierten en un símbolo indiscutible del humor y ser nacional


A 30 años de su partida, la figura de Alberto Olmedo resurge en la memoria, especialmente como quien quebró el orden y el formalismo y se animó a mostrar la imperfección de la televisión.

Alberto Olmedo fuera de los escenarios, era también humano e imperfecto, por un lado, dispuesto siempre a pasarla bien y reírse junto con sus amigos, generoso con ellos; pero a diferencia del artista, la timidez era una de sus características principales de su personalidad. Curiosamente, una faceta opuesta a la de sus personajes.

Olmedo fue un artista de la televisión fundamental, manejaba el tiempo del medio y su estilo se adaptaba y salvaba las deficiencias de producción y el ritmo urgente con que se trabajaba en la TV nacional…La improvisación del cómico no cubría un bache: daba continuidad a la secuencia poniéndola en evidencia. Eran momentos esperados por el espectador, no disimulaban nada", resumía en 1988 el sociólogo Oscar Landi, en su texto Para ver a Olmedo, donde por primera vez la academia analizó al "Negro" que poco tenía que ver con lo estructurado, formal, organizado y distante, característico del discurso académico.

Olmedo mismo contó cómo surgió la idea de romper con los estereotipos, con la "perfección" televisiva:” Yo creía que en televisión estaba todo por hacerse, y en un momento descubrí el camino del desparpajo. A través de eso me convertí en un compinche del espectador. Soy el que muestra lo que se oculta o dice lo que nunca se dice. Yo muestro que ese mundo aparentemente brillante esconde alfombras rotas, cameramen mal vestidos y actores con mala memoria que disimulan sus parlamentos entre el decorado." Un día vio a quien fuera uno de sus "socios" en la comicidad, Jorge Porcel en pleno programa con un zapato roto. "Entré -agregó-, interrumpí todo, agarré yo mismo la cámara y mostré: ¿cómo el público iba a perderse eso?".
Carlos Ullanovsky, periodista, investigador y admirador de Olmedo, asegura que su identificación nació al ver a Piluso en los primeros años de su adolescencia" era una especie de inmoral, un mentiroso, un acomodaticio, algo que muchos chicos de esa edad queríamos ser”, recuerda.

La grandeza de Olmedo y su vigencia, radica, según Ullanovsky, en que fue un producto genuino de la tele. En ese sentido, lo reivindico como un gran actor.” Hacía una cosa que no todos hacen: miraba desafiante a la cámara y se animaba a todo; fue el primero que mostró el otro lado, treinta años después nació la palabra ´backstage´. Exponía aquello que nadie mostraba porque parecía inconveniente: los decorados mal pintados, un sillón roto, la media corrida de una vedette. Se mostraba humano, exhibía sus conversaciones pegadas, en las escenografías porque tenía una pésima memoria y aparte era un incorrecto, nunca le gustó estudiar.

Cuando en los 70 dijo que él creía que en televisión estaba todo por hacerse, descubrió el camino del desparpajo. A través de eso se convirtió en un compinche del espectador. “Soy el que muestra lo que se oculta o dice lo que nunca se dice", reitera.

Al cumplirse veinte años de su partida, Verónica Bonacchi, describió la forma en que Olmedo se metió a través de la televisión en las casas argentinas:" Olmedo, como la clásica leyenda de los payasos de circo, superponía a su melancolía las múltiples máscaras de la risa, del desenfado y de la improvisación. Con ellas entró, cómplice, al lente de la cámara, y por ellas conquistó a ese público que lo siguió fielmente hasta el final. Con ellas fue niño descarriado, chanta, general de una republiqueta muy parecida a la suya, manosanta, trabajador explotado, empleado servil, vivaracho criollo y casi toda la gama de estereotipos argentinos que representó con su humor, a veces burdo, pero sobre todo popular.

Olmedo fue grande y sigue siéndolo porque supo desacralizar la vida humana , el comediante se puso a la misma altura que el espectador, como si la estrella "bajara" a la cocina del hombre común y le hablara en su mismo idioma.

Alberto Olmedo , fue , como escribiera Emanuel Rodriguez en 2013 en el diario La Voz" un abanderado ideal, capaz de llevar ese conjunto de símbolos profanos (la adoración del culo, la puteada como catarsis, la discriminación simpática del gordo y del intelectual) a un ámbito que hasta la década de 1980 era aún considerado como espacio ejemplar de las costumbres cívicas. Olmedo distorsionó ese espacio y generó una empatía singular con su público.

Si bien se lo criticó porque se repetía, porque de alguna forma con sus “chicas” ( con la bebota Adriana Brodsky como mayor exponente) , su fama de buen amigo, el buen recuerdo que había dejado en su barrio natal de Pichincha, en Rosario, y una innegable capacidad para generar alegría lo enaltecen y lo convierten en símbolo perfecto indiscutible del humor y ser nacional.

Cecinini, Azul: "Luces y sombras de Alberto Olmedo". La Nación ,4 de Marzo de 1998 

Stiletano, Marcelo:" Olmedo, el hombre que cambió la lógica televisiva .La Nación 5 de marzo de 2008 

Rodríguez, Emanuel :" Alberto Olmedo: la alegría no se fue".La Voz Marzo 2013

Poblet, Virginia: "La Entrevista, Carlos Ullanovsky"Caras y Caretas, 26 de Febrero de 2018 
Alberto Olmedo | Personalidades | Creativa | Rosario
www.rosario.tur.ar/es/articulos/articulos.php?c=1&s=17&art=143





No hay comentarios:

Publicar un comentario